Ataviado con su traje de los domingos y dispuesto a cortejar a una pibita linda que le tiene trastornadas las antenas, salia Don Escarabajo a elegir una flor que ponerse en el ojal y cuál fue su sorpresa al comprobar que, aquella en la que se fijó, la más coqueta, buscaba un prendedor que lucir en su recién peinada y sedosa cabellera…
- Rosa Fernández Rz. -
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